Cixin Liu: El problema de los tres cuerpos




El otro día, de casualidad no, pues suelo hacerlo casi siempre que voy a Carrefour, pero casualmente sí, me llamó la atención, en este comercio,  este libro, azul vistoso, con un título sugerente a más no poder para un estudiante en algún momento en su vida de Mecánica.

El problema de los tres cuerpos es uno de los que estudias en esta asignatura, relacionado con el gran matemático Poincaré, envuelto, el problema,  por ese halo casi religioso que rodea a los grandes problemas que durante mucho tiempo han sido el centro de estudio de importantes científicos y a los que finalmente han dado respuesta estableciendo un teorema que dice que no se pueden resolver. ¡Fascinante!

(Antes de que alguien piense que es un libro de divulgación científica, aviso: es una novela de ciencia ficción)

Cixin Liu debe haberse hecho famoso en todo el mundo con este primer libro de su trilogía. Cuando nos dicen que en China ha vendido millones de libros nos cuesta saber exactamente qué significa este dato, pues China es un país gigantesco y muy peculiar, al menos para mí, del que a duras penas puedo decir algo más que son “comunistas” y que producen casi todo lo que consumimos en España. Quizás todavía se nos aparece a nuestra deteriorada vista como una economía “emergente”.

Pero Cixin Liu ha conseguido con esta novela que mi idea preconcebida de China cambie radicalmente. Supongo que es debido a que toda la atractiva historia convierte a China en “centro del mundo”. Es decir, algunos de los acontecimientos que hemos vivido, pues la historia se remonta al año 1967, se ven desde este lugar, adquiriendo así una nueva perspectiva que los enriquece notablemente (y nos enriquece).  No penséis  por ello que El problema de los tres cuerpos es una de esas novelas orientales, exóticas, que nos muestran Oriente como esa creación occidental que algunos pensadores denuncian. No; si algo me llama la atención (también), es que no “parece” escrita por un autor chino. En fin, que uno empieza a leerla y a disfrutarla desde el primer momento como cualquier otra novela de ciencia ficción que ha leído con anterioridad.

Impresionante. Desde el principio hasta el final te capta y absorbe. A mi, a veces, se me eriza la piel cuando leo algo que me emociona. Y durante la lectura esto me ha pasado en varias ocasiones.

Llevaba varios días, infructuosamente, pensando en cómo describir esta emoción. Pero el propio autor lo hace en la Nota a la edición norteamericana que aparece al final del libro: creo que las historias más destacadas y bonitas que ha creado el ser humano no han sido contadas por los poetas o los novelistas, sino por la Ciencia.

Cixin Liu introduce en diversos capítulos la narración de algunos de esos momentos emocionantes que la Ciencia nos ha proporcionado.  Pero no solo eso. Además, como otro elemento generador de interés (y de emoción), nos relata hechos que van en contra de la Física, una especie de milagros científicos, que harían dudar a cualquiera de las consagradas Leyes de la Física (esa gran ciencia de la que nos tenemos que sentir orgullosos los seres humanos).

Por otro lado nos plantea, al mismo tiempo, el dilema moral que supone aceptarnos como especie. Esto, para ciertos lectores, puede oler a chamusquina, a moralista anticuado. Pero, sin tapujos para algunos personajes, se defiende la opción que durante muchos años yo he enarbolado (sarcásticamente creo), del meteorito. No la voy a explicar, me remito al libro si alguien no me comprende, aunque sé que mis amigos (esos que leen estas reseñas) sí que me entenderán.

Vuelvo a decir. Impresionante. Emocionante.

Y por si queda alguna duda, nada más que pueda empezaré  a leer la segunda parte de la trilogía.

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