C.J. Cela: Madera de boj.
Recuerdo cuando se publicó Madera
de boj. Hace tiempo ya. ¡Fue en el 99! Llevaba yo ya un par de años trabajando
como profesor. ¡No me lo puedo creer! Tengo que contar con los dedos de las manos
para creérmelo. Es mi forma de pellizcarme.
Recuerdo aquel libro de tapa
azul. Y me vienen a la cabeza otros recuerdos. Especialmente la noticia de la
acusación y corroboración por parte de la justicia del plagio de Cela a una
escritora desconocida para ganar el Planeta con La cruz de San Andrés.
Cela me caía mal. Políticamente
mal. Aunque el Nobel me hacía ser cauto a la hora de hablar mal de él. Literariamente
hablando, claro.
Y ahora, no sé cuántos años después
de su publicación, me leo Madera de Boj. La última novela larga de Camilo José
Cela.
Y yo diría que es una novela en
la que Cela quiere ser Cela. El Cela innovador y original de algunas novelas
anteriores. Esas novelas que a fuerza de querer parecerse a la vida real,
desordenada, hechizadora y algo salvaje, hace que el lector acostumbrado a las
historias más lineales se pierda y abandone su lectura mucho antes de poder acabarlas.
Y ese quizás sea su defecto (y su
virtud). El de sonarte demasiado a las anteriores. Y no especialmente por los
personajes o las historias rurales y peculiares, sino porque un estilo tan
marcado, al repetirse, pierde mucha fuerza y, por supuesto, toda la
originalidad e innovación que se le pueda atribuir.
Creo que en eso se le parece
Gaddis y un poco también en ese intento de hacer que la novela se parezca a la
vida real mostrándola caótica y desatada.
Pero creo que hay que leer a
Cela, pues su modernidad sigue vigente a pesar de los modernos actuales.
Y sobre esa idea que parece
probada con rigor de que Cela era un plagiario compulsivo voy a medio citar a
un autor irreverente como Umbral: Cela coge novelas mediocres y las mejora. Cosa
que me parece fantástica, porque, la verdad, con eso del derecho de autor yo
diría que el Arte y la Literatura, como entes abstractos, han salido perdiendo
a favor de un negocio, o mejor dicho, de una industria que no siempre busca lo
mejor para el Arte.
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