S. Anderson: Muchos matrimonios


Este libro se abre con un prólogo de Scott Fitzgerald del que todo el mundo destaca la siguiente frase: Muchos matrimonios no es inmoral: es violentamente antisocial. Es un libro de 1923 que, por lo que se ve, tuvo bastantes problemas para ser publicado y fue mal acogido por la crítica y el público.

¿Qué lo hace tan terrible? En principio cuenta algo muy sencillo. Un fabricante de lavadoras, un día, nota algo especial, empieza a ver el mundo de distinta manera a como lo estaba viendo hasta ese momento, y entonces, con esa nueva mirada, se le muestra la falsedad de todo lo que le rodea. Ante sus ojos la realidad es algo que le oprime y lo encorseta ... Así que se lía con una empleada y decide largarse y abandonar a su mujer e hija de 17 años. Pero antes de irse quiere explicárselo bien, a su hija.

El tema admite una lectura escandalosa seguramente porque lo que presenta Anderson, con un lenguaje sencillo, desde un punto de vista de explicación de la decisión del protagonista,  ¡a su hija de 17 años! (el hombre desnudo, para no ocultarle nada, le cuenta cómo conoció a su madre, cómo tuvo que conquistarla con el tiempo tras un primer encuentro casual), que aquello tan especial que sintió el primer día que estuvo con su madre desapareció al día siguiente y que lo que quedó fue puro convencionalismo. Que desde que se perdió esa chispa inicial que a duras penas duró unos días (por lo que cuenta), el resto fueron decisiones sociales (por decirlo de alguna manera). Todo ello se lo cuenta a su hija, con su mujer presente, diciendo que su mujer es un ser muerto, sin vida y que se siente con una responsabilidad ante ella, su hija: Tal como ayudé a darle(te) una vida física, ahora tengo que intentar darle(te) esta otra, esta vida interior también. Así que sencillamente le dice a su hija: Llevo años sin estar enamorado de esta mujer que es tu madre y ha sido mi esposa, y ahora me he enamorado de otra mujer. Todo esto lo hace en una habitación, con una figura de la Virgen, él desnudo, para dotar a la escena y a su confesión de una caráccter sagrado. Se entiende pues, que en el 23 la novela no se acogiese con gran entusiasmo.

Por si queda alguna duda, tras conseguir que su mujer salga de la habitación en la que da sus explicaciones, dice a su hija: Acabas de ver cómo se ha marchado tu madre de la habitación. Te preguntas, me atrevo a decir, qué le está pasando por la cabeza. Puedo decírtelo. No tiene nada en la cabeza. Ha convertido su mente en un lugar vacío en el que nada que importe puede entrar. Ha dedicado una vida a ello, al igual que la mayor parte de la gente, me atrevería a decir.

¡Ahí queda eso!

Como se ve el libro es una narración de unos hecho sencillos pero desde el punto de vista sicológico.  Esto hace que Anderson sea uno de los primeros escritores americanos que introduce las técnicas derivadas del sicoanálisis que tanta repercusión en la evolución de la novela iban a tener. Así que no es de extrañar que se le considere un autor influyente en la impresionante generación de escritores estadounidenses inmediatemente posterior a él. 

Como curiosidad en la siguiente imagen está su epitafio:

Life, Not Death, is the Great Adventure
 

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