M. Houellebecq: Ampliación del campo de batalla.
No puedo más que considerar a
esta novela como una novela interesante pues, como a otras personas, me ha
dejado perplejo. Alguien puede ver en estas palabras el influjo de otros
comentadores de esta obra, pero realmente su lectura me ha producido sentimientos
semejantes. El principal es que no me ha gustado, pero con matices. Y los
matices son tantos que al final casi te tienes que desdecir y decir que te ha
gustado mucho.
El acierto más importante es la
invitación a la reflexión mediante el contraste de la narración de unos hechos
aparentemente banales y sin sentido (En el primer párrafo tenemos: “En un
momento dado, una imbécil empezó a quitarse la ropa. Se quitó la camiseta,
luego el sujetador, luego la falda, poniendo todo el rato unas caras increíbles.
Siguió girando en bragas durante unos segundos y luego empezó a vestirse otra
vez, ya que no se le ocurría otra cosa. Por otro lado, es una chica que no se
acuesta con nadie. Lo cual subraya lo absurdo de su comportamiento”),
referentes a un trabajo típico de técnico especializado que recorre el país
dando cursos de formación, con la evolución del narrador y personaje principal
hacia la búsqueda del sentido de las cosas y del mundo (“Definitivamente, me
decía, no hay duda de que en nuestra sociedad el sexo representa un segundo
sistema de diferenciación, con completa independencia del dinero; y se comporta
como un sistema de diferenciación tan implacable, al menos, como este. Por otra
parte, los efectos de ambos sistemas son estrictamente equivalentes. Igual que
el liberalismo económico desenfrenado, y por motivos análogos, el liberalismo
sexual produce fenómenos de empobrecimiento absoluto. Algunos hacen el amor
todos los días; otros cinco o seis veces en su vida, o nunca. Algunos hacen el
amor con docenas de mujeres; otros con ninguna. Es lo que se llama la “ley de
mercado”. En un sistema económico que prohíbe el despido libre, cada cual
consigue, más o menos encontrar su hueco. En un sistema sexual que prohíbe el
adulterio, cada cual se las arregla, más o menos, para encontrar su compañero
de cama. En un sistema económico perfectamente liberal, algunos acumulan
considerables fortunas; otros se hunden en el paro y la miseria. En un sistema
sexual perfectamente liberal, algunos tienen una vida erótica variada y
excitante; otros se ven reducidos a la masturbación y la soledad. El
liberalismo económico es la ampliación del campo de batalla, su extensión a
todas las edades de la vida y a todas las clases de la sociedad”). Lo curioso
es que se supone que el personaje que hace estas reflexiones está enfermo,
depresivo. Con lo cual parece que la
tesis que denuncia (supongo que no defiende), es que una persona superficial,
que no piensa, que se deja hacer laboralmente y que se limita a disfrutar del
mundo sin preguntarse por su sentido, es considerada sana; mientras que una
persona que se preocupa por el sentido de las cosas acaba siendo considerado un
enfermo.
Esto sería desde un punto de
vista filosófico.
Desde un punto de vista literario
creo que su estilo no es muy allá. Pero siendo su primera obra he de suponer
que mejorará en las ya clásicas Plataforma y El mapa y el territorio.
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