P. Hawkins: La chica del tren


Este es un best-seller. Entretenido. Complejo. Denso. Bien escrito. Original. Interesante. Supongo que quien quiera criticarlo puede recurrir a las incoherencias entre su forma (multi-diario), y la imposibilidad que en algunas ocasiones aquello que se lee sea un diario. O a que sus personajes son seres extraños demasiado retorcidos para ser creibles. Pero quizás no se tenga por qué interpretar como un diario, ni analizar la sicología de cada uno de ellos en busca del defecto. Y, más bien, se tengan que aceptar sus incoherencias como evidencia de la ficción de la que se trata. La chica del tren es un best-seller, y por tanto su éxito es algo incomprensible para algunos y transparente para otros. Es una novela que evita ser trepidante, salvo en los instantes finales. Una novela que se fundamenta en la laguna mental que produce el alcohol en la protagonista principal. Pero que al mismo tiempo presenta a tres mujeres gravitando sobre un par de hombres, sobre un par de casas, sobre un barrio junto a una vía del tren por el que una de ellas va de la mentira a la mentira observando a los otros e imaginándolos viviendo una verdad maravillosa que acaba siendo también una vergonzosa mentira. Yo soy, claro, uno de sus partidarios. ¿Y tú?

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