Y. Ogawa. La fórmula preferida del profesor: leído.

Este libro ha sido toda una sorpresa. 
En primer lugar en el sentido literal, pues me lo regaló, de la manera más inesperada, una compañera de enseñanzas matemáticas de la Universidad, Salud; de la que he aprendido muchas cosas--a  pesar de lo mal alumno que soy. 
En segundo lugar, porque he disfrutado de una lectura tranquila, de verano, próxima a la parte romántica de las Matemáticas, que sin duda nos ha atraído y nos atrae a aquellos que nos gusta esta disciplina, de un estilo tranquilo y casi nunca pretencioso que ha acabado con la hipótesis, apenas validada estadísticamente, de que los autores japoneses solo sabían contarnos historias de personajes extraños que acababan sus días suicidándose o en circunstancias atroces.
Otra sorpresa ha sido descubrir la editorial Funanbulista, cosa que me satisface plenamente pues el pseudomonopolio de las grandes editoriales no es más que un peligro para la cultura--con perdón.
(La única cosa que no me ha gustado en absoluto ha sido el lamentable postfacio)

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