O. Wilde: El fantasma de Canterville: leído.

En algún momento de mi infancia estuvieron de moda un par de título: El fantasma de Canterville y El perro de los Baskerville. Tengo el recuerdo de que el segundo era algo terrorífico mientras que el primero no lo era tanto. Supongo que harían alguna película o alguna serie sobre estas dos historias. Pero lo cierto es que no las leí. Impulsado por la extraña necesidad que mi hijo tiene de escuchar cuentos de miedo, tomé las obras de Wilde y empecé con la lectura de El fantasma de Canterville. Al poco mi hijo se dio cuenta que mis intentos de hacer de aquello algo terrible, un cuento de miedo, eran estériles. Acabé por leerlo por mi cuenta y contárselo de una manera más próxima, convirtiéndolo en algo así como un cuento de fantasmas de verdad. Quizás lo más memorable, salvo la evidente mofa al romanticismo que Wilde se permite, sea aquella frase de que los americanos y los británicos son muy parecidos en casi todo, menos en el idioma.

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