Oro. Dan Rhodes: leído


Estoy acostumbrado a leer libros que han sido considerados buenas obras de literatura, o libros importantes por haber sido fenómenos editoriales (a pesar de su, quizás, poca calidad literaria). La virtud de todos esos libros es que el juicio simple que me tengo que hacer es si me ha gustado o no. Cuando, sin embargo, me encuentro con un libro como éste: joven autor y, que yo sepa, un libro que no es un fenómeno editorial y se me pregunta ¿qué te parece este libro?, me pongo nervioso, pues dar un juicio de valor implica un esfuerzo considerable dadas las dudas (creo que justificadas por mi escasa formación), que me invaden sobre mi capacidad de hacer cualquier valoración literaria. (No es falsa modestia).

ORO: me ha gustado, pero la historia en sí no me ha interesado mucho como tal.

He tomado nota de la peculiar manera que tiene de atraer la atención sobre los personajes con los apodos que utiliza desde el principio y cómo el desarrollo del libro es, en el fondo, una explicación del apodo de cada uno de ellos y de su historia personal.

El personaje de Miyuki lo veo más forzado; demasiado peculiar, aunque es la forma por la que ha apostado el autor para meterse en un bar galés y escudriñar en la vida de cada uno de los clientes del Anchor. (Una vez estuve en un pub irlandés, muy “irlandés”, tomando unas cervezas, acompañado de gente que acabó tocando un piano y cantando canciones populares (y de U2), aunque no mantuvimos ninguna conversación y ahora me arrepiento de no haberlo intentado, pues quizás hubiera podido sacar material para una novela como ésta).

El intento de poner un poco de tensión con la “desaparición” de Hughes el Alto no me parece muy logrado. Creo que lleva mucho mejor el tema del humor. Varias veces me he reído a gusto. Y me han venido a la cabeza las palabras de varios autores, entre ellos creo recordar a Eduardo Mendoza, que consideran esencial para escribir una buena obra literaria, el humor.

Ésta opinión siempre me ha llevado de cabeza, pues para mí es muy difícil encontrar ese toque de humor al que hace referencia Eduardo Mendoza. En general no comparto esa opinión, pero no sé si se trata nada más que un intento de evitar mi incapacidad (aunque lo intento hacer en mis escritos).

En conclusión: me ha gustado la forma de escribir y desarrollar los personajes pero creo que el libro no presenta un tema interesante. Es como un buen ejercicio de prosa.

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