T. Bernhard: Tala



…otro de los elegidos.

Reseñar este libro tiene dos vertientes. Por un lado, la correspondiente a ser un libro de El Cielo de La medicina de Tongoy. Y por el otro, está claro, el libro en sí mismo. 

En cuanto a lo primero creo que ya voy entendiendo los criterios que el autor del blog usa para incluir un libro en su Cielo: un estilo propio, muy marcado (digamos que difícil), y una historia original, más bien tirando a bestial que a sentimental. Y estas características hacen de su recomendatorio un lugar muy “recomendable”.

Este es el primer libro que leo de Thomas Bernhard. Por lo que se ve era un hombre muy controvertido. Dice Juan Cruz que Bernhard odiaba el mundo, poblado de idiotas. Dice Javier Marías que las obras tristes, terribles, que cuentan impúdicamente hechos próximos al autor, le aburren, con alguna excepción si la calidad literaria es sobresaliente (Thomas Bernhard)

Tala es tan así que un músico austríaco se sintió retratado en el libro y demandó a Bernhard, con lo que el libro fue prohibido. Cuando digo tan así me refiero a todo lo que dicen de él: una prosa difícil, excepcional, que corresponde a un largo monólogo (sin párrafos que ayuden a la lectura) de un narrador que observa el mundo intelectual vienés (desde un sillón de orejas, en casa de unos viejos “amigos” que lo han invitado a una cena artística) sin dejar títere con cabeza. 

El libro habla de la falsedad del mundo intelectual, de cómo los artistas se venden a los premios perdiendo su originalidad. Aunque suena a cliché, a denuncia demasiado trillada, analiza el comportamiento de artistas e intelectuales hablando, en el fondo, de las relaciones entre los individuos que forman ese mundillo:

Las personas se encuentran e inician una amistad, y durante años no sólo mantienen esa amistad, sino que la intensifican hasta romper, y se odian en adelante durante decenios, llegado el caso durante toda la vida.

De hecho, aunque el título aparece en el libro, casi al final, como una llamada a la vida en la Naturaleza como vía de escape de la lamentable vida urbana:

Ir al bosque, adentrarse profundamente en el bosque…Bosque, monte alto, tala, de eso se ha tratado siempre,

yo creo que podrían haberlo traducido así: “No dejar títere con cabeza”.



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