H. Ibsen: El pato salvaje


¿Ibsen a estas alturas del verano?

La verdad es que ha sido una lectura inesperada. Estoy acabando una novelita, de la que hablaré en breve, en la que El pato salvaje es, de alguna manera, protagonista. Aunque podría haber buscado información en Internet para conocer esta obra de Ibsen, tener el libro en el trastero ha sido tentación suficiente para dedicarle un par de días a su lectura y así entender un poco mejor la obra que estoy leyendo. 

El pato salvaje es una obra clave de Ibsen porque nos presenta la lucha entre las dos realidades que piensa el autor existen: por un lado el mundo de la mentira vital, y por el otro el ideal. El primero es el generalizado. Es el mundo de la costumbre que la mayoría nos creamos, nos creemos. Un mundo falso pero en el que nos sentimos cómodos. En ese mundo desempeñamos un papel, parece que tenemos un objetivo, una misión, y eso nos sirve de impulso, de tabla de salvamento.

"Si le quita la mentira vital a un hombre vulgar, sus quimeras, le estirpa también la felicidad", dice un personaje de la obra.

El otro es un mundo puro, libre de mentiras y de engaños. Un mundo para caracteres fuertes, personas de gran voluntad, sabedoras que tienen una misión que cumplir, cueste lo que cueste, algo así como los héroes clásicos o los superhéroes modernos.

Ibsen nos presenta este conflicto de visiones, de maneras de vivir, en cinco actos de una forma magistral. Desde el primer acto te presenta el mundo de los ricos (falsamente felices) y al mismo tiempo el mundo (falso) que una familia mediocre se ha creado para ser feliz. Un mundo extraño y original en el que utilizan un desván para simular que tienen un bosque lleno de conejos a donde entran de vez en cuando a cazar como si fueran a hacerlo a un bosque de verdad. En ese desván tienen un pato salvaje que encontraron herido.

 
 


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