W. Gaddis: Jota erre





Uff. No puedo empezar de otra manera. Ánimo si alguien se atreve con esta monumental obra de más de mil páginas. Porque son más de mil, y porque es Gaddis, Gaddis.

Si usted se decide, solo por intentarlo no me atrevo a tutearle, sepa que durante un considerable tiempo permanecerá a bordo de un exigente navío dispuesto a combatir contra todo, incluido usted mismo, aunque a pesar de ello, no dejará de sonreír en más de una ocasión,  atribulado por ese caótico estilo de diálogos, conversaciones telefónicas, noticias que los aparatos de radio cruzan con los personajes aquí y allá, y pinceladas narrativas que merecen pararse a releerlas y degustar la excelencia de una magistral prosa.

Y sin embargo … Decía Gaddis que en su ánimo, en su estilo, estaba el mostrar sus teorías sobre la sociedad, sobre el crecimiento caótico capitalista, sobre la decadencia del sistema, sobre el arte en un mundo en el que todavía la copia digital no se había impuesto, pero se avecinaba a la vuelta de la esquina. Es decir, esos temas que ya me encontré al leer Ágape se paga y Gótico carpintero. Y esto hace que al repetir ese marcado estilo gaddisiano, se me haya hecho un poco aburrida la novela. Supongo que alguien verá en toda la obra de Gaddis un conjunto de obras unificado por su forma de pensar y de ver la sociedad y la vida. Incluso afirmar que si pienso que se parecen en algo solo puede significar que no las he leído con la suficiente dedicación que se merecen. Y sin lugar a dudas lo que hace Gaddis es notable, pero creo que cae en el exceso. Creo que para transmitir lo que quiere transmitir el autor no hacen falta esas mil páginas con las que pone a prueba la paciencia de sus lectores.

En fin, estoy convencido que seguiré leyendo sus otras obras. E incluso puede que dentro de algunos años me atreva a releerlas, porque a pesar de lo difícil que nos lo pone, uno acaba disfrutando.

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