A. Neuman: El viajero del siglo.




Cuando empiezas esta interesante novela te das cuenta de que el joven escritor Andrés Neuman es, como dicen muchos de sus críticos, uno de esos escritores tocados por la gracia.

Neuman nos sumerge en un tiempo y un espacio decimonónico a través de una atmósfera propia de los grandes escritores británicos o alemanes que vivieron en el siglo XIX y principio del XX. Todo es un festín de sabrosas reminiscencias literarias.

Pero el escritor argentino no se limita a crear una novela al estilo de los clásicos de aquellos tiempos, sino que, añadiendo un poco de transgresión ardiente, una pizca de misterio (para aquellos que no entienden que una novela puede ser interesante sin tener que resolver ningún misterio), una dosis suculenta de pedantería, una brizna de política, un pellizco de humor y, quizás por encima de todo, reluciente, Literatura, Literatura en abundancia, nos ofrece una novela que gustará a todos y a todas.

No cabe duda de que es merecedora del premio que obtuvo. Y en parte es una alegría por aquello de encontrar una novela galardonada que no huele a chamusquina. Quizás se le pueden atribuir algunos defectos, como pasar por un valle de ritmo y de interés más o menos por la mitad del libro o puede que en mayor medida, esa combinación de una atmósfera literaria nívea con unos personajes que aparecen soeces y, por tanto, anacrónicos en ese mundo un tanto idílico y mitificado al que nos quiere trasladar Neuman. Pero Andrés Neuman remata la faena muy bien. De esa manera en la que un escritor que se precie ha de acabar una novela, generando en el lector las ganas de leer más cosas del autor.

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