J.F. Ferrándiz: La llama de la sabiduría





Desde el principio al final de esta excelente novela he disfrutado de su lectura.  No solo eso, sino que he pensado que si en vez de ser de un escritor español y estar localizada en Valencia a finales del siglo XV, la hubiera escrito uno anglosajón y estuviera situada en, digamos por ejemplo, la catedral de Elgin, estaríamos hablando de un éxito comercial semejante a Los pilares de la Tierra.

La llama de la sabiduría es una novela entretenida e instructiva, de esas en la que los malos van saliéndose con la suya porque, como casi siempre, están cerca de las estructuras de poder. Es una historia que te hace interesarte por lo que les pasará a sus personajes. El grupo de buenos, empeñados en sacar adelante un Hospital para gente necesitada, se tiene que enfrentar a un grupo de malvados que por distintos motivos, algunos misteriosos, quieren lo contrario. Todo ello en un momento histórico especial en el que los Reyes Católicos están acabando la Reconquista, hecho capital de la Historia de España que, honestamente, ha hecho que se difumine lo que ocurría en el resto de la Península, especialmente lo que nos describe esta novela: una Valencia rica y poderosa que una riada trágica del Turia y la terrible epidemia de peste van a llevar a la ruina.


Pero no es solo una ficción histórica para entretener.


Además plantea el papel de la mujer a lo largo de la Historia y cómo sistemáticamente ha sido alejada del conocimiento y relegada a un rol secundario. Y aunque roza dejar un final frustrante en el que el malo malísimo se libra del castigo, acaba bien. Cosa que en el fondo agrada al sufrido lector que ha ido padeciendo el calvario que a Irene, a Tristán, a Caterina, a Emerich, les hacen pasar Gostança y sus colaboradores.

Quizás haya varias objeciones que hacerle. Para mi la principal es la marcada forma de ser de la protagonista Irene Bellvent. Creo que es una mezcla de santa y enamorada que no le permite evolucionar ni destacar como otras heroínas. Es decir, si el autor hubiera escogido a una Isabel de Villena dedicada a la contemplación y a la espiritualidad y empeñada en sacar adelante el hospital de gente necesitada hubiera destacado mucho más. Es cierto que entonces, seguramente, habría desaparecido la historia de amor entre los protagonistas (Irene y Tristán), pero quizás no hubiera importado. Ya sé que esa hubiera sido otra novela, ya. En fin, es hablar por no callar. Sin embargo a quien el autor si que le da un toque fantástico (el poder que tiene es casi sobrenatural)  y la convierte al final en el instrumento del deseado castigo redentor es a la malvada Gostança. Un acierto, aunque algunos quizás digan que es poco creíble.

Bueno, creo que queda claro que yo recomiendo esta novela a todo el mundo.

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