L. Mateo Díez: La fuente de la edad


¿Quiénes son estos tipos que se juntan a comer ancas de ranas? ¿Quiénes son estos cofrades?

Me decían el otro día que para ser un auténtico arandino debía de apuntarme a una peña, a una cofradía y tener una pequeña bodega o conocer a alguien que la tuviera y me proporcionara el sabroso néctar que la Ribera del Duero ofrece. 

Durante varios días he disfrutado de esta no sencilla lectura, como se disfruta de un ensayo que pretende probar un resultado extraordinario. Luis Mateo Díez se nos presenta como un excelso prosista, capaz de ganar dos prestigiosos premios  con esta novela: Premio de la Crítica (1986) y Premio Nacional de Narrativa (1987). 

Al final de la segunda parte del libro, se nos da un magnífico resumen del mismo:

Andan estos días por los equívocos caminos de nuestra bella comarca de La Omañona, unos desvariados galopines que igual se las dan de estudiosos que de plumíferos, no pasando nunca de beoda pandilla a la que es más habitual ver en el chigre que en la biblioteca. De un zumbado boticario, del que el Ilustre Colegio abomina, a un poetastro que nunca supo rimar más allá de sus narices, a una escaldada profesora que más le valiera conjugar mejor la docencia con la decencia, y un astroso archivero al que en el Consistorio debieran atar más corto, más un filosófico perillán que dilapida un honorable apellido entre la retórica y el lenocinio, y hasta un ingeniero que de la Villa y Corte a su casa solar viene de temporada en temporada para, con los otros, calentarse los cascos. Toda esta jarca, queridos lectores, anda estos días por la Omañona —atención, paisanos, que no hay tina buena— en pos, no me lo van a creer ustedes, de una milagrosa fuente, que de carcamales los vuelva adolescentes, y, sobre todo, les cure el hígado, y les remedie el flato y la casi imposible diarrea mental.

Esto lo leen los cofrades en un diario local, tras haber caído en la trampa que los "contrincantes intelectuales" del pueblo les han preparado, convirtiéndose en mofa pública de todos sus conciudadanos. Acaba entonces la fantasía por la que el lector ha acompañado al grupo de extrafalarios individuos y empieza una tercera parte de venganza exagerada y tan soez que pierde el toque de humor que posiblemente quiso darle el autor. 

Quitando el final que no me ha gustado, he disfrutado de esta lectura con la que probablemente acabo las lecturas de 2016.

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