M. Enard: Habladles de batallas, de reyes y elefantes


Después de leer la caudalosa Brújula con cierta lejanía, esta novelita, que podría saber a poco a los amantes de la abundancia, a mí me ha gustado mas. Creo que son diversas las causas: es más sencilla, me atrae el tema y el personaje (el gran Miguel Ángel), he estado en Florencia y en Estambúl y esto, de alguna manera,  tengo la impresión que favorece su lectura. Además, es un agradable entretenimiento. Pasa poco y no hay grandes intrigas, ni secretos, ni nada demasiado diseñado para atraer el interés. Sencillamente se limita a narrar unos hechos que pasaron y de los que, por lo que parece, se sabe poco, de una manera más o menos creíble.  

Por otro lado, en una obra de pequeño tamaño como esta, después de haber leído Brújula,  se agradece la facilidad y se percibe el Tema por excelencia en Enard. Ese contacto entre Occidente y Oriente tan especial, tan fructífero, que consiste en una doble fascinación que unos ejercen sobre los otros y que los otros también sienten. 

Posiblemente el título es un exceso, aunque quizás sea lo más impactante. No obstante, vuelvo a decir con mayor claridad, es una novela que me ha gustado leer y que recomiendo a los que se conforman con leer sin necesidad de intriga ni tensión ni demás milongas.

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