L. Krasznahorkai: Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río


Cuando empiezas a leer esta novela te desespera el detallismo con el que se describe la llegada del nieto del Príncipe  de Genji a un templo abandonado al sur de Kioto. Pero enseguida te ves en la obligación de aceptarlo como si fuera una característica natural de los escritores nipones. Y, más impresionante todavía, de repente caes en la cuenta que László Krasznahorkai no es un autor japonés, sino húngaro. Pero en ese momento ya ha conseguido que te quites de encima todo ese mundo vertiginoso en el que vivimos, especialmente cuando lo comparas con en lírico mundo budista japonés. Y en ese momento te enamoras de una historia y de una narración indescriptible, pues como cabe esperar, no hay un argumento a lo occidental para contar a un amigo cuando te pregunta sobre esta pequeña maravilla. Simplemente le has de decir, toma, lee.

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