W.S. Burroughs: El almuerzo desnudo



Meterse en el coche, cinco horas por delante; para la ocasión me he preparado este (audio)libro de unas 6 horas. Desde Valencia a Aranda, de noche, un poco de lluvia, algún camionero cansado que empieza a ocupar toda la calzada. Oír las palabras que forman esta novela. ¿Qué novela? Esto, obviamente no es una novela. Tradicional. Ya es un clásico de la literatura norteamericana moderna. Leí Yonqui y me gustó; la recuerdo con curiosidad y no me importa recomendarla. Pero Naked Lunch es algo diferente. Nuevas técnicas: ¿escribió bajo los efectos de las drogas? ¿Pretendió contar algo? ¿Se ríe del lector? Obscenidades, drogas, asesinatos, corrupciones, ladrones, chivatos, enfermos, homosexuales, sexo, enfermos de cáncer, pedófilos, doctores chalados... Y sin embargo, tras todo esas anécdotas, comentarios, sueños o pesadillas, Burroughs nos dice claramente que él, experimentado drogadicto que abandonó las drogas, escritor portentoso, piensa que el drogadicto es un enfermo, un enfermo que existirá porque se permite que existan ya que el negocio es impresionante; porque la policía las usa(usaba) para sacar información directamente o mediante el uso de soplones drogadictos, y todo ello mezclado con la homosexualidad y su sexualidad al descubierto. Sexualidad ofensiva, perseguida, maltratada y equiparada, posiblemente, a la misma drogadicción. La droga es el álgebra de la necesidad. Y Burroughs dice que esa enfermedad se cura. Para iniciados.

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