B. Lerner: Saliendo de la estación de Atocha

Al empezar esta novela me cabreé. En algún momento me sentí un idiota y en otro sentí que los americanos eran idiotas y que Lerner, su autor, era un mentecato que o bien nos quería tomar el pelo o era tan estúpido que no se avergonzaba de publicar una cosa como esta. Como veis, un poco exagerado todo. Después, poco a poco encontré una posición más o menos equilibrada en la que podía seguir leyendo con mayor tranquilidad de como lo había estado haciendo en un principio. Creo que lo único bueno que tiene esta novela es que la acabas mejor de como la empiezas. Y por eso ya vale la pena; pues lo peor de un libro es que lo tengas que abandonar o que acabes derramando lágrimas para, por fin, leer su última frase. Este comentario es así porque este libro me ha descubierto una frase, supuestamente de Ortega; o mejor dicho una teoría: la teoría de la exageración (que es una teoría a la que yo doy vueltas continuamente en mi cabeza) que, salvo que yo no haya entendido nada, viene a decir que todo el mundo exagera sus argumentos, los sobrevalora directamente o, indirectamente al infravalorar los de los contrarios, de forma automática. Y esto es importante tenerlo en cuenta a la hora de vivir.

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