La montaña mágica. Thomas Mann.

Cuando acabas de leer ésta novela te preguntas, ¿es esta la mejor novela que he leído en mi vida? Y mi respuesta es: probablemente sí. ¿Hay algo de lo que no se hable en esta novela que tenga interés real? Cuesta encontrarlo. Sin embargo no puedes dejar de advertir que no es una novela popular. Una novela-ensayo como esta no parece tener buena propaganda en estos tiempos de aventuras y de hazañas históricas o pseudohistóricas. Adentrarte en ella es como hacer un curso universitario. Cuando la acabas sabes que lo mejor que podrías hacer es empezarlo de nuevo para aprehender las innumerables cosas maravillosas que si no, están condenadas al olvido. Una virtud compartida con las obras maestras es el ambiente que crea la lectura. Acabarla, verte obligado a abandonar dicho ambiente es una penitencia que obliga el pecado de gozar como se goza con ella. A pesar de su densidad y tamaño. Prueba de su densidad es que hacer un resumen de ella cuesta tanto que lo mejor que uno puede hacer es recomendar su lectura y descubrir la vida de su personaje Hans Castorp. En tal momento sabrás que un resumen que cuente los sucesos que Hans Castorp vive durante los siete años que está en el sanatorio de Davos no es más que la punta del iceberg. ¿Es la mejor novela jamás escrita? Incluso tiene la virtud de posiblemente no serlo.

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